El perro chusco
El perro tercermundista es, por antonomasia, el perro chusco. El perro chusco es el perro que quiere ser pero nunca llega a nada, es la mezcla de otros en polvos aguantados de los propios amores perros. Es el perro que más se muere de hambre. Es el perro que se lo halla oliscando por ahí en los mercados, en los basurales y en las carretillas de menú ambulantes.
Es el perro más arrecho, olfatea puras perras, lame sus cositas, y se las clava con apuros de reprimido; luego se queda pegado, sexo contra sexo, y con los hocicos más avergonzados. Es el perro que mientras más golpes, patadas, piedras, le arrojan, más se apega a uno. Es el perro más fiel, compañía de locos y pastrulos.
Es el perro más humilde, casi cohibidito. Es el perro con la mirada más triste y transparente. Es el perro con el pelaje más rudo, tosco y pulgoso. Mea levantando una pata junto a cualquier árbol o en algún neumático recién lavado. Caga en cualquier parte, sentado en sus cuatro patas y con cara de compungido.
Es el perro más solitario y recursero. No anda en manada más que por perseguir el olor de una perra. Es el perro clásico de barrio, y, por consiguiente, es el perro más barrio. Ladra, ladra, pero no muerde. Es el perro más cobarde, que, cuando aparece uno más fiero, su ladrido se le engalla y se va corriendo con el rabo entre las piernas. Duerme en cualquier parte. Es el perro que sobrevive por estos lares, perezosísimo e indiferente, convive sorteando suertes y tan idéntico como perruno bien peruano.
(colaboración de Madujoint)
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