The Destronyer: The Show Must Go On
Capitulo IV
Cuando Destronyer se elevó por el arenal, pudo al fin abandonar sus esteras, se remontó por encima del Rímac. Sobrevoló Zarate, Acho, Las Flores, Castro Castro, Punta Bernabé, El Infinito, El Gran Combo, Moscú y Patagonia.
Las sirenas sonaban detrás de él, pero no se asustó, ni se inmutó. Perdió la capacidad de comer solamente. Chamba dura todo el día. Mamá! pero, ¿qué hace fuera de su maceta? Se va a resfriar. Bueno, me voy al Colegio, mamá. ¿No tomas desayuno, hijo? No mamá, tengo que aparcar el coche. La mamá de Destronyer se quedó pensando que significaba "aparcar". Le sonó a galope de caballos. Hizo una mueca de indiferencia y partió a su trabajo.
Destronyer se acercaba a La Fortaleza. El viaje habia sido jodido. Apagó RPP en la radio y bajó. Mejor hubiera oído boleros, se reprochó. En el juego de la vida, juega el pobre, juega el rico....
Hoy no vino mi maniquí, qué pena. Pero... si ahí está Madonna. ¿Qué hace? Se persigna, reza, se baja el calzón y pide un santo. No creo que encuentre. O a lo mejor… Destronyer se rió de su propia broma y escupió. Menos mal que soy sólo un poquito de historia de vida. Quién sabe más 0(-)(30-6+69x)(1000km+34z)(x1993/Km)= 0. O sea, el resto de la velocidad de la Tierra, por favor si alguien sabe los cálculos que me los alcancen en EL Polvorín, le dijo al Hada.
Por supuesto era un Hada pero sin “h”. Estaba de moda no usar la "h". Por no decir nada fue despreciada. Pobre. Era la tragedia del Destronyer: ser sentimental, noble. Entró al baño y se vio en el espejo. Todo cubierto de moda y de meta-modas. “Menos mal que siempre llevo mis afiches y mi agenda”.
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En la plataforma discutían si en el Corral podían armar un equipo para jugarle a un tal Noé. Ese que se zampó con harto trago.
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No tengo tiempo, se dijo pero continuó. Por un momento más se detuvo para contemplarla. Era ella, en el campo de trigo. Tomó del café naranja de sus ojos y sintió un pedernal en el corazón.
Se rió, porque ya no creía en los cuarzos, pero le quedó la duda. ¿Habrá o no escuchado el Trueno?
Pero el problema era que las armaduras no le hacían al Destronyer. Y su corazón que se henchía a patadas. Sácame esta estaca del corazón, le insinuaba, como buen Destronyer que era.
Los fantasmas eran descuartizados y ella se echaba para atrás. Su herida ya casi estaba cerrada. Pero, qué hago aquí? Tengo que estudiar, sacar copias, buscar libros, hacer guiones, tomar fotos, filmar, grabar, editar, record-ar, play-ar. No tengo fichas! Gritó el Destronyer y se echó a llorar. Pero al toque se fue porque se había olvidado sus llaves.
Cogió un papel reciclable y recicló su cerebro. Se dio cuenta que había oido el viento de su alma, donde realmente vivía y Dios conocía. Y le dijo al Sol: no te dejaré nunca jamás. Escuchó sus palabras pero eran muy bajas. Mejor escucho la música para dejar ir a las palabras. Dejó sus juegos tontos y juró no volver a cometer el mismo error.
Escuchó su nombre pronunciado como quien dice ¿Tomamos el día libre? Pero no podía, tenía que ir a tomar fotos a la playa, buscar una locación para una cerveza neozelandesa y montar camión en Australia.
La miró de nuevo a sus espaldas, pero sin verla. Sabía que estaba alli, esperando el
Cindy Schaeffer le tiró un zuecaso en la mitra. Trompetas de guerra exclamaron justamente eso: Amor!
Capitulo V
Bienvenido Amigo. Bienvenido a la Maquinaria. ¿Quieres tu arma? ¿Dónde has estado, dime?
-Asqueándome papá. La calle es fea. La gente es mala.
Alquilé mi vida y no me dieron boleto. Tampoco había guardia. La gente sólo miraba de media legaña.
¿Qué por que te extrañe? (no se porqué me lo preguntó)
No sé si ah tí te interese, la pica pica de tus ojos no me deja ver el sol sobre el horizonte.
No sé si se acerca una tormenta o si un pez me besa.
Viendo caer mis defensas, mis trincheras
De dónde saliste te pregunto
Dame una respuesta
Ya viste el relámpago en mi ojo después de velar las palabras a ciegas.
Má, ¿dónde estabas?
Pá, ¿dónde estabas?
La gente me da saco
no sé si me enferma
si vomitaré
tanto asco
que no sé que es dulce
que es amargo
Afilo mi ojo
encurvo mi antojo
proyecto asteroide rojo.
Seré cruel
sonreiré
tendré el valor de mostrar mi puño y letra
y te daré una flor.
Capitulo VI
Destronyer entró al “taco” y Whitney Houston sonaba en la radio –qué extraño,
pensé encontrar a Lavoe- se avisó.
¿El Amor ha muerto para que tengan que hacerle una estatua?
No es una estatua al Amor, sino a El Beso, abuelita. ¿Qué? Que es una estatua al beso, no al Amor. Ah ya! Buena voz!- carraspeó la abuela de Destronyer. Vieja sorda! Salió de la página y tiró la puerta.
(1995)
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