Huyrito, El Perro ( 1ra parte)
Era un perro, no había remedio; siempre en la calle. Sucio, greñoso, ojeroso, legañoso, oliendo a galleta de vainilla y a grasa de carro. Comía lo que la gente le arrojaba: caramelos, puchos, galletas, huesos, chapas. No se podía quejar tenía la mejor ortodoncia canina del barrio. Los fumones lo estoneaban con el humo y lo hacían dar vueltas de perro por todo el parque. Ja, ja, jas se escuchaban las noches en que los muchachos paseaban al perro. Los sábados las risas eran diferentes, sonaban ji, ji, ji, ji, ji y solían orinar al perro si lo encontraban jodiendo por ahí.
Aunque no tenía dueño nunca pasaba hambre, se las recurseaba bien hasta que un par de gatos se instalaron en el barrio, eran medio omni-voros esos gatos porque comían hasta fruna. Los stones que vivían en el parque eran felices en su parque, allí compartían sus frutos y sus fracasos; se animaban y homenajeaban al Verbo. Una sarta de cuchillos ortográficos y otra de lexemas apples provocaban carcajadas. Antes sólo algunos vagaban, ahora vagan hasta los que trabajan. Se les ve llegar todos serios con casacas nuevas y se pasean junto al arroyo, frente al viento.
Largas bocanadas de humo se levantan como zeppelines y cruzan el firmamento. Bocanada tras bocanada toda la tarde y hasta llegada la noche. El perro juega con su hueso viejo en el pasto y se queda extático, extasiado viendo comer a la lechuza los ratones que cogió para sus pichones. El perro no era de ninguna promoción, de ningún colegio, tampoco fue cachimbo. Fue pura calle y harto mimos con las viejas. Cuidar a los chibolos del parque y acompañar a los stones era lo que más le gustaba. En las noches, tenían hambre y se la pasaban en la tienda esperando por otro bate, Doña Pepa pasaba y hacia quecos a todos. Inka Kola, Pepsi o Watts eran los ranchos junto con el inacabable karinto picante.
Los stones pertenecen a una extraña tribu sedentaria, más bien gregaria, de disolutos y revoltosos, cada cual en su propia milonga; lo demás era puro fierro (sic). Habían traspasado el muro de los 90's; ahora eran KC and the sunshine band, pero en thecno; quién chucha "puede vivir un proceso democrático de sí mismo". Todos con walkman, de hecho! Harto reggae, o geagge... porque hasta a Suzuki se le lenguaba la traba. El perro se cagaba de risa de sólo verlos: poniendo caras infantiles y la mejor disposición para encarar ser una Lacra de la Sociedad. La Maldición, la Miseria, convivir con la Bio-lencia de la Vida. Querer acaparar todas las letritas del Universo. "Una vez que te imaginas lo Grande de Alma que tienes puedes imaginarte también Resistencia". Estos eran stones de billetera: cine, pubs, Barranco...ese era el point. Ruquitas, unos pamperitos con pepsi y unos cachitos. "Aquí en Lima no hay policías, hay gerentes. Dan servicios de Ley". Al perro le llegaba al pincho, no tienen nada contra mí...arff- ladraba. El más jodido de todos era el Castor. Ese no fumaba pero paraba con los stones para ver qué hacían los grandes, los adultos. Si nos pescaran la cagada, ¿no cholito?- Puta, no seas malagüero, persígnate- chucha un tombo...jala!. Espantados los veía el perro zafar culo de esquina esquina. Qué bueno!..otro más? -No, "pasarunki" cholo, ya llegué a la bonanza inaf for mi!. Overdrive perro!-ordenaba el cholo y el perro meaba la puerta de la tienda.
(continuará...)
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