miércoles, julio 23, 2008

Leprosorio

Entramos al leprosorio acompañados por Juana. Ella tendría unos 45 años, sabía que su condición de ser humano estaba en cuestión de duda. Nos invitó un pan y sonriendo me guiñó un ojo. El calor en la aldea era insoportable; las nubes de algodón colgaban del cielo raso azul. "Antes estábamos apartados por completo, hasta que el doctor Cevallos nos trajo acá". Unos niños jugaban con un perro en el solar continuo.

Un delgado humo salía de la chimenea de una choza. "Toma, te regalo", bajé la vista y un niño de tres años me ofrecía un tronquito en forma de horqueta. "Es para matar pájaros", me dijo y se fue corriendo.

“Queremos justicia, dónde está la prensa, dónde están cuando más lo necesitamos… Esta guerra sucia nos dejará ciegos, el arte ha muerto, todos éramos inocentes".

Ahora somos una suerte de arcángeles anunciadores, llegamos con las cámaras para presenciarlo todo. Somos testigos mudos. Y aún creemos tener intelecto. Diez horas frente al monitor escaneando la sabiduría de la historia. Consiguiendo comprar el mejor cuero, para defender, para pasar miles de paredes en este laberinto; la química se neutralizó. Ahora soy sólo obeso.

"De un momento a otro pueden venir a atacarnos; escucho el rastrillar de los fusiles, los cachaquitos, joden todo el día con eso. Los choferes son seres sin compasión, mercenarios, cerebros de motor".

A diario consumo imágenes volando de terreno en terreno. Ni siquiera puedo buscar a dios ahora, ni visitar los templos. Aún me sangra la boca, tal vez por ser tan violento. No podríamos escapar de la Luz. La verdad es clara a mis ojos. Tendré que regresar al Camino y dejar este atajo perverso. Esta nebulosa de ojos bellos, estaciones de radio osmosis.

Los leprosos descansaban en hamacas, otros veían un partido de tenis en el cable. Juana llegó con una bandeja de refrescos para todos. La recibieron con una alegría sin par y luego volvieron a hundirse en su tristeza. De pronto, el camarógrafo irrumpió en el cuarto: ahí vienen y son cientos, tal vez no podamos escapar, huyan! Y salió disparado con la misma velocidad que entró. Sin embargo, los leprosos no tenían nada que ver, yo tampoco. Había decidido quedarme con ellos. El sida también es una enfermedad incurable, pero no es lo peor sino la certeza que te vas a morir; no sabes cuando, sólo que pronto.


(1994)
p.d. La verdad, la mentira, todo es apariencia; estaba demasiado ebrio para poder razonar; mi mente se quería apoderar de ella, de su imagen, de su belleza, de su aura. Pero la psicosis de cementerio, ese patio sucio trasero, no me dejaba abandonar la casa...

martes, julio 22, 2008

Alrededor

Miro alrededor
y no tengo nada que guardar
Todo es vacío
Sólo mi vieja cámara
un relojito
y las fotos de siempre.

La radio no suena
la cassetera ya se cansó
Bob Marley me mira y
me pregunta si la guerra
ya acabó.








Sinead O’Connor consulta
su oráculo y el pelo
le crece de a poquitos.

Mi guitarra suena sola
más bien es el parlante
es el parlante en el cuarto de al lado.

No creo en nada ni en nadie
me acorralé yo solo
en una ciudad de extraños
Gorozito che, te reconocieron.

(1994)

domingo, julio 06, 2008

Un Tango en Mancora



Cuando me dediqué a escribir ficción no me daba cuenta de la gran responsabilidad que esto implicaba. Me vino a la mente el episodio de la difusión radial de la Guerra de los Mundos de O. Welles, en la cual el público radio oyente fue convencido de un gran fantasía. Me siento como Peter Parker después que mataron al tío Ben. La responsabilidad me vino de golpe siempre. Mi vida es una mezcla de ficción y realidad.

Ahora estoy sentado en un viejo cuarto de una azotea frente a El Olivar. El clima es feo y gris. Veo cómo la gente es tan irresponsable que deja que sus perros hagan la caca por cualquier parte, por eso huele tan feo en todo San Isidro.

Estuve viendo un viejo álbum de fotos y recordé como conocí a Lisa, mi mujer. Entonces estaba en Mancora, en casa de unos amigos y habíamos pasado una tarde en la playa tomando cervezas y pasando unos batecitos escuchando al gran maestro Bob Marley. De pronto se hizo noche y y entramos a la terraza de la casa. Como iluminada por un reflector salió Lisa de la cocina preguntando quien quería pizza de mariscos y una botella de vino en la otra mano. Simultáneamente, el Madu, que es un inmaduro de mierda, puso por meter chongo un cassete de tangos, entonces no se me ocurrió otra cosa que decirle: ¿bailas?...



Ella soltó la pizza sobre la mesa y tomó un sorbo del pico de la botella clavándome esos ojazos y me tomó de las manos y se abrazó a mí. Fue una sensación inolvidable. Ella me seguía y se dejaba llevar a la perfección. Yo sólo había bailado salsa y sabía unos pocos pasos de tango pero nos salió una fantasía.

Nuestros alientos de vino y cerveza nos excitaban. Su perfume era exquisito. Hasta los "huascas" se despertaron para vernos bailar. Habremos bailado 4 tangos hasta que estallaron los aplausos. No sé si fue la yerba pero la gente estaba extasiada. Nadie había pronunciado palabra hasta que Renato gritó: buena Gardel! y estallaron las carcajadas. Luego volvió a sonar Bob Marley y la gente se devoró la pizza. Nosotros nos fuimos a la playa y luego de besarnos por horas nos quedamos dormidos abrazados bailando en sueños.

Su madre, actriz de teatro, le habia enseñado a bailar tango, cuando era joven , pues pensabe que una mujer que baila siempre tendrá fuertes piernas y hermosa cintura. Por eso amo a mi suegra. Nueve meses después nació Lisa Mía.

miércoles, julio 02, 2008

Lisas Don´t Care



¿Es raro que llamándome Leonardo tenga tres Lisas en casa? Lisa es el nombre de mi mujer. Lisa es el nombre de su madre. Lisa es el nombre de mi hija. Tres generaciones de Lisas. Recuerdo que de niño pensaba cómo una mujer podía llamarse Monalisa (en alusión a la Gioconda) y tener esa cara tan malagracia, tan nubil y dulce a la vez. No pensaba quién era Da Vinci pero me llamaba la atención que haya diseñado un helicóptero, un submarino y un ala delta! Tambien me llamaron la atención los inventos de Edison y las novelas de Julio Verne. Algo en común tendrán los tres, pensaba.

¿Habrán venido desde el futuro de la Humanidad para dar pequeños saltos tecnológicos?.¿Hacer "petit" revoluciones para la Historia?. Lisa, mi mujer, se rió cuando se lo comenté. Escuchando a Sabina, le pareció divertido mi razonamiento. Su pasión es la lencería. Mientras fumabamos un porro me decía: ¿crees que me parezco a Adriana Lima?Wow, esta chica quemó fusibles!, pensé. Qué pregunta!. Amor, eres más bella aún y le acomodaba las alitas de angel que compró para la fiesta de disfraces de la pequeña Lisa jr.

Ella está por cumplir dieciseis y sale con su abuela a ver el ballet al Santa Ursula cada vez que pueden. Se vieron todas las películas del Festival de Cine Latinoamericano también pero no estuvieron de acuerdo con los filmes ganadores. Además, se tomaron una foto con la sobrina de Sonia Braga. Es muy guapa y sencilla, quiero ser como ella! decía Lisa mientras su abuela se quitaba los guantes y asentía arqueando las cejas. Mamá quítate esas alas, son de mi disfraz! resongaba Lisa a su madre sin molestarse.

Lisa, mi suegra, había sido actriz de teatro muchos años atrás en Brasil. Se casó con un inmigrante italiano que desapareció cuando nació Lisa. Años después le escribió pidiéndole perdón. El hecho de haber sido abusado de niño le menoscavó su virilidad para ser padre.
Lisa crió sola a su hija a los 16 años, luego regresó a su patria. Abrió una agencia de publicidad y nadaba todas las mañanas con Lisa, mi mujer, en la piscina de El Brujo. Luego vendió la agencia y ahora vive con nosotros.

Los cuatro compartimos una pasión por la fotografía. Yo aún tomó fotos en slides. Lisa, mi mujer y su madre prefieren el blanco y negro. Lisa jr. prefiere la digital que compró con sus ahorros. Estas cámaras también son objetos futuristas inventados por quién sabe (Eastman?) para llevar imagenes hacia el futuro. Lo mismo que los ovnis que llevan imagenes al futuro para saber porque se destruyó la humanidad. Seguirán enviando Vernes, Edisons, Da Vincis, Meiggs, Asimovs, Hawkins? Lisas don´t care, Do they?